viernes, 28 de agosto de 2009

Küla wasranka wütran mülepai kiñe tripantu mo: 3.000 vistantes en un año

Desde que me lancé al mundo de internet a mediados de 2007, este blog ha sido una forma de poner en discusión temas que me parecen relevantes e, incluso, trascendentales para la preservación y desarrollo de nuestro Pueblo-Nación Mapuche. En un principio busqué información de muchos sitios y páginas web para difundir principalmente comunicados y documentos relacionados con derechos humanos, a los cuales agregaba alguna opinión personal...

Con el tiempo me fui centrando en mi fütalmapu, ancestralmente llamado Fütawillimapu. Es así como me propuse generar información propia y ponerla a disposición de todo aquel que buscara en internet acerca de nuestra historia y realidad como Mapuche Williche. Me parece oportuno aclarar que el hecho de que ahora no incluya comunicados o noticias de otros territorios no significa que dicha información haya perdido importancia para mi… El tema de fondo es que como Mapuche del territorio del sur hemos quedado relegados, ocultos y, a veces, olvidados por nuestros mismos hermanos de otras tierras.

Cuando nos planteamos la idea de una reconstrucción como pueblo y como nación preexistente al estado chileno y argentino, hay que estar concientes de que cada territorio tiene sus propios procesos históricos, formas de hablar el Idioma Mapuche, particularidades en los ritos, formas de organización y costumbres, dentro del marco de la existencia de una sola nación (kiñe mollfün müten). Son estas particularidades territoriales las que nos han permitido sobrevivir hasta ahora y son dichas diferencias las que nos permitirán persistir en el tiempo. Son nuestra riqueza y nuestra fuerza.

Quien no esté de acuerdo con la idea anterior probablemente pensará que homogenizar la lengua, las prácticas rituales y la organización política es el camino obvio para nuestra reconstrucción. Muchos dicen “tenemos que estar unidos, ya es hora de acabar con las diferencias”, pero la homogenización va contra todo principio de organización mapuche. El punto es saber apuntar los esfuerzos hacia una misma dirección, reconstruir nuestros sistema de alianzas y, como dicen muchos peñi, “sacarse la maña de andar figurando”.

Es en base al convencimiento de que en nuestras diferencias internas está nuestra riqueza y nuestra fuerza, es que dedico parte de mi tiempo a divulgar nuestra información “williche” para que, aparte de mis coterráneos inmediatos, también hermanos y hermanas de otros territorios alejados conozcan realidades diferentes dentro de nuestra única y gran nación. Como dice un peñi nagche que se radicó en el territorio wenteche “tenemos que conocernos y respetarnos”. No podría estar más de acuerdo.

El único "pero" que podría agregar esta actividad no remunerada de seudo-periodista, seudo-historiador, seudo-lingüista, etc., es que la información que subo a la web no llega a las comunidades, sólo llega a los kasrache (gente de la ciudad). Tenemos, entonces, el gran desafío de llevar información y noticias a nuestras müchuya (lof de otros territorios).

Para finalizar, agradezco a los 3.000 wütran que en este último año han visitado este humilde espacio que no tiene mayor pretensión que difundir un poco de información acompañada, como no, de un poco de salsa de “Millalikan”.

Fenten mañum, tañi pu wenüi... Muchas gracias, mis amig@s.

Salvador R. C.

Diálogo (inconcluso) entre un mapuche y un taxista

Si bien no opto por difundir opiniones que no sean mías, he de confesar que hace mucho tiempo no disfrutaba una publicación que representara tan bien mi visión de nuestra historia, presente y potencial futuro como pueblo Mapuche, a lo que agregaría la emocionalidad y cercanía de la historia relatada por el autor.

Invito a todos mis peñi y lamüen a leer y meditar las siguientes líneas escritas por el peñi Pedro Cayuqueo:

Aeropuerto Maquehue. Tras dos semanas fuera de Chile arribo a Temuco. Llueve a raudales, como casi siempre. Abordo un radiotaxi rumbo al centro de la ciudad. “Mala cosa esto del clima... apenas pudo aterrizar su vuelo”, me dice el taxista, tratando de entrar en conversación con tal vez su primer cliente del día. “No lo crea”, le respondo. “Donde estaba hace unos días no paraba de transpirar... hasta cierto punto extrañaba la lluvia y el frio”, agrego. Intrigado me pregunta de dónde vengo. “De Bolivia, específicamente de Santa Cruz, en el oriente”, le respondo. “Ahhh... mire usted, Bolivia... es allá donde tienen un indígena de Presidente, ¿cierto?... ¡ese que lesea con el temita del mar!”, agrega. ¿Qué piensa de Evo Morales?, me pregunta. Le explico que en Bolivia hay diferentes visiones sobre su mandato y su figura. Cuando estoy a punto de dar la mia, interrumpe. “Fijese que aquí en Temuco también los indios andan alzados... todos los dias lesean, se toman los fundos, cortan los caminos, se agarran con Carabineros... ¡que gente más ociosa!, si les entregaran las tierras ni sabrian que hacer con ellas, sería como entregarle una locomotora a un niño... ¡si está gente nunca ha trabajado, son flojos, asi es su naturaleza!”, sentencia. Cinco, diez... quince minutos de viaje y la charla del taxista no cambia de tenor. “¡Si ya está bueno que la corten!”, subraya con evidente indignación. Intento a ratos que el monólogo de pie a una conversación, pero no hay caso. El viaje llega a su fin. “¿Cuánto le debo?”, pregunto. “Son tres mil pesos mi caballero... y aquí tiene mi tarjeta, pa’ la próxima”, me dice amable. Descargo maletas y me despido. Y ya rumbo a casa, respiro.

Pasan los días y la conversación con el taxista ronda en mi cabeza. Me alarma un hecho en particular. No se trataba en absoluto de un neonazi criollo. Nada de corvos tatuados en el antebrazo, nada de esvásticas, ninguna marcha alemana en la radio. Si multitud de fotografias de nietos (por su edad, sospecho), la Virgen del Carmen al costado del retrovisor y una calcomania algo desgastada de Deportes Temuco en el parabrisas trasero. Más moreno que muchos mapuches, sus rasgos delataban además un mestizaje familiar de larga data. Un chileno común y corriente en definitiva, amante de su familia y a sus años todavía esforzado trabajador. ¿Dónde situar el origen de su racismo? ¿en su educación? ¿entorno social? ¿experiencias de vida?... ¿en los medios de comunicación? Concuerdo que El Austral de Temuco puede alterar la percepción de la realidad, pero ¿tanto como transformar a un querendón abuelo taxista en un potencial miembro de los Trizano? No es el único, por cierto. Sospecho que decenas, cientos, miles de personas de similares ideas transitan a diario por las calles de Temuco. Y millones lo hacen por todo Chile. No son personas intrinsecamente perversas. Si algo esquizofrénicas. No lo digo yo, lo grafican las encuestas. ¿Considera usted que el Estado está en deuda con los mapuches? Si, un 82 %. ¿Considera usted que el Estado debiera tomar medidas más drásticas contra los activistas mapuches? Si, un 76 %. ¿Debiera el gobierno aplicar la Ley Antiterrorista a los activistas mapuches? No, un 67% (Sondeo del Centro de Encuestas de La Tercera, Septiembre de 2008). Si, si, pero no. No, no, pero si. Discriminación "a la chilena".

¿Qué hacer al respecto? ¿Pasar a la ofensiva? ¿A cada insulto racista responder con otro de mayor peso y calibre? Alguna vez crei que este era el camino, lo reconozco. Ese tiempo ya pasó. No queda más que insistir en la oportunidad que otorga la palabra. O las letras, en este caso. Qué ganas de llamar al taxista y cual Barack Obama en el patio de la Casa Blanca, abordar nuestras diferencias junto a una ronda de cervezas. Explicarle tal vez que mi bisabuelo, el lonko Luis Millaqueo, nació en un País Mapuche libre e independiente, cuando Chile aquí no era Chile y Temuco tan solo un palabra más en nuestra lengua. Contarle que fue el cuarto hijo de una familia de prósperos comerciantes ganaderos del valle del Cautin. Y que tras la invasión chilena fue arrinconado en un pedazo de tierra junto a los suyos, ello tras despojarlo el Ejército de los caballos que a sus 25 años ya comerciaba en sendas caravanas a Puelmapu, la “tierra mapuche del este”, el actual Neuquen de la República Argentina. Contarle que de miles de hectáreas, al bisabuelo le “redujeron” sus tierras a miserables 340. Es lo que consigna el Título de Merced, fechado en 1904 y que legalizó el saqueo, el despojo y la miseria de quienes sobrevivieron a la derrota. Sin eufemismos, esos retazos de tierras fueron llamados "reducciones" por la ley chilena. Se crearon más de 2 mil, bien lo sabe el Ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, que por estos días usa aquella cifra ante los medios para minimizar la cantidad de mapuches movilizados en el sur. “Son solo dos o tres comunidades dentro de un grupo de más de dos mil las que han optado por el camino violentista”, ha repetido hasta el cansancio.

Contarle al taxista que aquello que Pérez Yoma denomina “comunidades” son precisamente las “reducciones” donde los Pérez Yoma de la época encerraron a gente como mi bisabuelo y su parentela. “Comunidades” las llama el ministro y nosotros muchas veces también, olvidando que fueron (y tal vez siempre serán) grises campos de refugiados. Contarle también que tras la muerte del bisabuelo, mi chedki (abuelo materno) Alberto asumió como lonko, heredando no solo el cargo, también la condena de no poder ser más que un campesino pobre. Contarle que el abuelo pasó gran parte de sus 76 años, sin saber leer ni escribir, recorriendo juzgados y oficinas públicas, falleciendo de cáncer y de pena una lluviosa mañana de julio de 1990. Al igual que su padre, el abuelo Alberto buscaba inútilmente recuperar parte de lo robado y así proyectar un mejor futuro para sus 13 hijos. No logró reparación alguna y en el esfuerzo se le fue la vida. Contarle que Jacinta, la mayor de sus hijas, era su regalona. Y que sufrió mucho al dejarla partir, a sus 17 años, a Santiago en busca de trabajo y posibilidades de estudio. Contarle al taxista que Jacinta, joven culta, brillante y buenamoza, sería mi madre. La misma que no dudaría en desechar una beca a Estados Unidos con tal de aportar a la educación de sus hermanos, trabajando de sol a sol como empleada doméstica. Y que allí, en el destierro hostil de la capital, siendo una veinteañera, conoció a mi padre y que allí, entre días libres ella, días franco del regimiento él, se acompañaron, se enamoraron y, a la primera oportunidad, no dudaron en regresar juntos al sur, a su tierra.

Y que de esa unión, ya en los 70', nacieron Maria Elena, Alejandra y el pasajero que aquel día de lluvia recogió en el Aeropuerto. Contarle que Jacinta, aun enviudando poco después del retorno, se esforzó por transmitir a cada uno de sus hijos la disciplina del estudio y la ética del trabajo. También el amor por su cultura y el respeto hacia su pueblo. No le resultó fácil y sus manos, atrofiadas hoy tras tanta amanecida cociendo ropas ajenas, son el testimonio de su sacrificio. Contarle que Maria Elena, la mayor, vive en Londres hace 15 años; que Alejandra, la regalona de papá, destaca hoy en el campo de la medicina. Y que su pasajero transita por la vida como profesional del periodismo. O de la comunicación más bien dicho, pues entre “informar” y “poner en común” trato siempre de optar por lo segundo. ¿Será posible que usted y yo hagamos ese ejercicio, el de “poner cosas en común”?, preguntaría al taxista. ¿Será posible para usted ponerse en mi lugar y en el reconocimiento de la dolorosa historia que hoy comparto, respetarme y convivir juntos? ¿Existirá un sueño compartido entre los suyos y los mios que nos permita tratarnos como iguales en nuestra diferencia? Tal vez si exista. Tanto usted como yo adoramos por igual a nuestros hijos. Tanto usted como yo deseamos por igual una mejor vida para nuestras familias. Tanto usted como yo quisieramos vivir en una región en paz. Tanto usted como yo, incluso, deseamos que Deportes Temuco tenga mejor suerte esta temporada ¿Será posible entonces poner el acento en lo que nos une y no en aquello que nos fragmenta? No me responda de inmediato. Antes quiero que me hable de usted, de sus padres, sus abuelos, conocer también retazos de su historia. Atrévase, no tenga miedo. Las próximas cervezas corren por mi cuenta, le diría.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Centro Pualwe, fruto de la autogestión

Sin duda los términos autonomía, autodeterminación y autogestión parecen ser palabras relativamente novedosas en el léxico que empleamos en estos tiempos. Ciertamente dichos conceptos siempre fueron aplicados cotidianamente por nuestros Kuifikeche yem hasta la llegada de la invasión, "gracias" a la cual progresivamente nos fuimos haciendo dependientes del sistema impuesto por la sociedad "dominante".

Dentro de los procesos históricos acaecidos en el país de "al lado" (Chile), procesos en el que sin querer también nos vimos involucrados, la dictadura militar marcó un periodo de subyugación importante: en la Fütawillimapu se produjeron cambios forzados de Apo Ülmen, asesinatos de miembros del entorno cacical, remate de tierras, desalojos y división de comunidades creadas en virtud de Títulos de Merced, por nombrar las formas de sometimiento y humillación más importantes. En este contexto un grupo de jóvenes Mapuche Williche de nuestras comunidades se organizan y forman el "Monku Küsobkien" o "Trabajemos Todos". Hablamos del año 1982.

Nota: como Mapuche no deberíamos tener simpatías por tendencias políticas ajenas al Mapuche Srakisuam, ya sean de "derecha", "centro", "izquierda" o cosas como esas.

Durante la dictadura se produjo un quiebre entre las relaciones de los Apo Ülmen: el cacicado no se reunía desde principios de la década de 1970, debido principalmente a la intervención de la dictadura militar. Es entonces cuando Monku Küsobkien logró levantar un proceso de reorganización de nuestras autoridades tradicionales, lo que a la postre evitó que muchos de nuestros hermanos fuesen desalojados de sus tierras gracias a la intensa labor defensiva ejercida por ambas orgánicas: la ancestral y la funcional (subordinada a la primera). Claramente Monku Küsobkien concretó muchas más ideas: revitalizó el uso del Che Süngun, realizó una recopilación histórica importantísima, divulgó los derechos de los pueblos originarios, logró la construcción de espacios para que los Mapuche Williche pudiésemos reunirnos, y realizó experiencias de autogestión y autonomía cultural, ideológica y económica en nuestras comunidades.

Desde la perspectiva del autor de estas líneas, los logros de Monku Küsobkien no han podido ser emulados por ninguna otra organización funcional Mapuche Williche en estos últimos 15 años y, lamentablemente, tampoco por los miembros de la organización ancestral debido al abandono en el que los sumergimos. Sin duda la historia del "Monku" debe ser documentada para que las nuevas generaciones tengan una fuente de inspiración y aprendizaje.

En lo que respecta a la construcción de espacios, entre los que se cuenta el CIDERI en Osorno, el "Monku" logró gestionar junto a las comunidades de Panguimapu, Pualhue, Purrahue, entre otras, la construcción del "Centro Pualhue", inaugurado el año 1986. Centro Pualhue se convertiría entonces en el lugar de ensayo de nuevas formas de cultivo, de organización, de enseñaza-aprendizaje de nuestra sabiduría y un largo etc.. Al respecto, en 1988 Pablo Sepúlveda M., del Centro El Canelo de Nos escribió el siguiente reportaje:


Quizás los conceptos no eran tan elaborados como lo son ahora, pero en esa época nuestras comunidades sí trabajaron en base a la autogestión y la autonomía, sin darse cuenta quizás de lo trascendental de su esfuerzo. Con la llegada de la "democracia", la dominación ya no se hizo en base al miedo o la represión, sino en base a migajas y a falsas promesas... A partir de entonces nos acostumbramos sólo a "recibir" hasta el punto de que ahora no somos capaces de organizarnos y no somos capaces de construir nada por nuestro propio esfuerzo... ¿Una garita, quizá?

Afi ta fachi srakisuam.

lunes, 17 de agosto de 2009

Kiñeke nemül...

"En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle".

Gandhi

lunes, 3 de agosto de 2009

¿Indígena = Indio + Alienígena?

Hace tiempo quería escribir esto:

¡¡¡Odio la palabra "indígena"!!!

Cada vez que escucho esa palabra recuerdo el srakisuam de un weche que fue ejecutado cobardemente por la espalda, sólo por buscar un mejor futuro para nuestro pueblo:

"Nosotros no somos los indígenas de Chile. Nosotros somos Mapuche... somos aparte."

"Aventuras del lonko Quintupurray": Crónica de una raza muerta

Imagen: www.australosorno.cl

Muchas veces para la sociedad "dominante", los Mapunche somos parte de la historia: sólo existimos en los libros de historia y no somos parte del presente.

El domingo 2 de agosto de este año, apareció en la sección llamada "La Máquina del Tiempo" del diario Austral de Osorno una pequeña referencia a un "lonko huilliche" de nombre "Quintupurray". En ella se cuenta, desde una sucinta visión histórica occidental, acerca de la actividad comercial de los llamados "huilliches" y los "indios de las pampas" (hoy Argentina). En un comienzo se hace una referencia al proceso de invasión del territorio Mapuche en el Puelmapu por parte del estado argentino:

Nota: resaltaré con negrilla las ideas que me parezcan interesantes.

"Era ya la amanecida cuando apareció un grupo como de 50 indios. Traían unas 500 yeguas y como 3 mil vacas. Habíamos salido del fortín a perseguirlos y tratar de quitarles el arreo”. Alfred Ebelot, relato de la campaña del Desierto. Frontera sur, Argentina. 1874.

El párrafo anterior es muy decidor en cuanto al objetivo de invadir territorio de Puelmapu por parte del estado argentino, mismo objetivo que el estado chileno de esa época persiguió a este lado del territorio Mapuche.

En seguida, el autor (Guillermo Sáez E.) describe las relaciones comerciales de los "indígenas":

"Durante el siglo XIX la sociedad huilliche era una organización de muchas transformaciones, con una economía mercantil incipientemente desarrollada y con rasgos de una ganadería ya constituida, aunque la agricultura no era actividad muy generalizada. Las tribus estaban de paz y creció el comercio en esos años entre el hispano-criollo, huilliches y los colonos alemanes recién llegados al sur austral. Las vacas, los ovinos y los caballos son tres especies que cambiaron la economía del Butahuillimapu".

En el periodo en que el Pueblo Mapuche en la Fütawillimapu recupera la libertad (después de la destrucción de Osorno en 1604), nuestros predecesores retornaron a sus (nuestras) ancestrales formas de ejercer el comercio, con la diferencia de que ahora con la incorporación de animales traídos por el español, el comercio interno y con otros pueblos originarios alcanzó mayores niveles en cuanto a número de animales transados. Con la refundación de Valdivia el año 1645 (tras un fallido acercamiento con piratas holandeses), efectivamente comenzó a generarse un incipiente comercio entre Mapuche e invasores españoles que en ningún momento atentó con la autonomía política, religiosa o idiomática.

El texto continúa así:

"Se estableció un fluido comercio por las dos bandas de la cordillera y era frecuente el intercambio de mercadería entre Chile y el extenso territorio de la pampa argentina.

Numerosos caminos unían el territorio huilliche con el territorio de las tribus indígenas de las pampas, muchas sendas se entrecruzaban después de trasponer los boquetes cordilleranos, de los cuales los más utilizados en verano eran el de Lipela y Lago Hermoso en el Ranco, el boquete Puyehue y Millaqueo en la cordillera de Osorno. Estas sendas confluían a un camino conocido como la gran rastrillada o “camino de los chilenos” que llegaba hasta Bahía Blanca y Carmen de Patagones en el Atlántico. A lo largo de esta ruta y en las pampas convivían diferentes clanes indígenas, como los ranqueles, tehuelches salineros y manzaneros en el Neuquén, siendo algunas hostiles para los visitantes de este lado de la cordillera. También estaba la frontera sur de Argentina establecida por una línea de fortines de ejército que en plena ocupación de la Patagonia austral llamada campaña del desierto batallaba con las tribus de Calfucura, Catriel y Ñanquetruz fieros caciques de los indios pampas. En este estado de hostilidades los comerciantes huilliches establecían sus relaciones mercantiles en esas lejanas tierras".

Como bien se sabe, las relaciones comerciales (fluidas) a ambos lados de la cordillera se iniciaron antes de la llegada de los españoles y no son producto de la invasión del Pueblo Mapuche a las pampas del Puelmapu (que de paso habría provocado la extinción de los pueblos que vivieron en ese territorio), como afirma actualmente la corriente histórico-(pseudo)nacionalista chilena y argentina para deslegitimar la recuperación de territorio por parte de la Nación Mapuche. La evidencia se encuentra en los restos arqueológicos encontrados y en la toponimia del Mapuche Süngun presente en el territorio "argentino". En ambos casos, la data es anterior a la llegada del español.

En la expresiones "el territorio huilliche con el territorio de las tribus indígenas de las pampas" y "diferentes clanes indígenas, como los ranqueles, tehuelches salineros y manzaneros" hay que detenerse un momento. En primer lugar, el uso del término "tribu" será adecuado en la medida de que no induzca a la idea de "cultura no avanzada". Particularmente me parece un término desafortunado. En segundo lugar, debe interpretarse los conceptos "huilliche", "ranqueles", "tehuelches" (supuesto ejemplo de pueblo exterminado por la "invasión" Mapuche a las pampas, según los historiadores antimapuche argentinos), "salineros" y "manzaneros", como agrupaciones zonales Mapuche a nivel de srewel (lewo). En el caso de los llamados "huilliche", su designación engloba a otras agrupaciones zonales a nivel de srewel como Künkokeche, Chaurakawünche, etc.. Lo importante es no perder de vista la unidad de la Nación Mapuche: kiñe molfün müten (una sola sangre).

Respecto a las hostilidades entre "tribus" Mapuche es importante recalcar que dentro de un pueblo cuya organización se basa en la autonomía de sus unidades estructurales, como en nuestro caso, es natural que existan disputas entre algunas unidades (müchuya, kawün, srewel incluso hasta entre fütalmapu) debido a discrepancias políticas, presiones ambientales (desastres naturales, sequías, exceso de lluvias), enfermedades, aumento de la población, escases de recursos, etc.. La ocurrencia de conflictos internos nunca atenta con el principio de unidad de la nación.

En lo que atañe al nombre "camino de los chilenos" me imagino que ya en esa época debió ser considerado una toponimia bastante graciosa por nuestros ancestros, en contraposición al sufrimiento, la rabia y la humillación del que fueron presa nuestros Kuifikeche Yem con la ¿Pacificación? de La Araucanía y la Campañan del ¿Desierto?. He de suponer que a estas alturas todos sabemos que los dos empresas mencionadas llevan asociados los conceptos muerte, destrucción, despojo, invasión, humillación, sometimiento, racismo, ...

Y la crónica continúa:

"Desde Chile la caravana de comercio llevaba para intercambiar: paños, naipes, aguardiente, vestuario, algunas baratijas y azúcar que trocar por animales en el comercio local. Desde las pampas traían ganado vacuno, caballares, yerba mate y sal. Esta última elemento muy importante, ya que su control otorgaba poder. El dominio de la pampa residía en el que tuviera el imperio sobre Salinas Grandes, cercano a Choele-choel.

En la fotografía que data del año 1873-74, aparece montando su caballo blanco Domingo Quintupurray, uno de los más experimentados jefes de esas caravanas, junto a cinco de sus capitanejos: Lorenzo Rail, Quilalebo, Temisto Naguil, el lenguaraz o traductor Victoriano Aburto, Natalio Millaman y Aniceto Leficura. El comienzo del poblamiento de la ganadería en la región se debe al interesante y desconocido trabajo que ejercieron estas caravanas de comerciantes huilliches durante el siglo XIX. El filólogo alemán Rodolfo Lenz nos ha dejado una completa entrevista realizada en 1890 a Quintupurray, donde relata sus aventuras."

Efectivamente, de la actividad comercial (chauki - trafkintu), realizada bajo un pertinente ceremonial, los nampülkafü (viajeros) traían del waisüf mapu gran cantidad vacunos y equinos, además de joyas, monturas, herraduras y sal. Entre los nampülkafü que viajaban al Puelmapu, Domingo Quintuprai (¿Kintu-pu-srayin?) dejó en la historia una huella imborrable a través de los relatos que Rodolfo Lenz transcribió en un invierno de 1894, en la ciudad de Santiago, siendo particularmente importante el llamado "Viaje al País de los Manzaneros", fuente inagotable para el estudio del Che Süngun de finales del siglo XIX.

Antes de referirnos a Domingo Quintuprai o Quintpurray, me quiero detener en dos puntos: (1) en la figura de Victoriano Aburto y (2) en la idea de que el comienzo de la ganadería en lo que hoy es la provincia de Osorno se debe a la actividad comercial "iniciada" en el siglo XIX. En lo que respecta al primer punto surge la pregunta ¿Será Victoriano Aburto descendiente de los Comisario de naciones Francisco Aburto Caballero (1740-1825), Fracisco Aburto Ramírez (1782-1854) y Francisco Manuel Aburto Encinas (1818-1858)? Quizás no, debido a que los descendientes de Francisco Aburto Caballero se establecieron en el sector de Arique, ubicado a unos14 Km. de la ciudad de Valdivia, aun así aparece una vez más el apellido Aburto en importantes hitos de la historia reciente del pueblo Mapuche en el Willimapu.

En lo que toca al segundo punto, los inicios de la actividad comercial entre Mapuche Williche y Mapuche Puelche se pierden en el tiempo, pero si nos centramos en la ganadería bovina y equina, situaremos los inicios de la ganadería inmediatamente después de la destrucción de Osorno, es decir, en el retorno a la libertad y en el reestablecimiento de la actividad comercial con el Puelmapu. Lo que probablemente induce al error de que previo al Tratado de Paz de 1793 no había un masa ganadera de relevancia se debe a un periodo de conflictos internos de la sociedad Mapuche de la Fütawillimapu, que a la larga permitieron consolidar la invasión española y chilena a partir del mencionado tratado. Dicho periodo de conflictos interno, que alcanzó su apogeo a mediados de 1700, implicó una serie de maloka al territorio más llano por parte de los Künko. Esta situación provocó que muchos kawün optaran por dejar dichos terrenos, aptos para la agricultura y la ganadería, y se establecieran en sectores más adecuados para la defensa. Toda esta cadena redundó en una disminución significativa del número de cabezas de ganado en los llamados "llanos de Osorno".

Finalmente, la ganadería bovina y equina tuvo sus comienzos en el siglo XVIII y no en el siglo XIX.

Como mencionábamos anteriormente, el investigador Rodolfo Lenz tuvo contacto con Domingo Quintuprai en la ciudad de Santiago durante dos meses del invierno de 1894, pero ¿Qué hacía un mapunche en la capital del país de "al lado"?

El año 1894, los "caciques" de Osorno y Llanquihue viajan a Santiago para entrevistarse con el presidente chileno, Jorge Montt, y entregarle el primer Memorial de los Apo Ülmen del que se tenga registro. Dicho documento es una denuncia de las atrocidades cometidas por los chilenos en contra de los Mapuche, especialmente en el sector de Remehue:

En la reducción de Remehue y varias otras, nuestros perseguidores para arrebatarnos nuestros terrenos incendiaban casas, ranchos, sementeras; sacaban de sus viviendas por la fuerza a los moradores de ellas, lo arrojaban a los montes y en seguida les prendían fuego, hasta que muchos infelices perecían o quemados vivos, o muertos de frío o de hambre. Jamás en país alguno podrá imaginarse que esto se ha hecho un sinnúmero de veces, vanagloriándose un individuo en la actualidad de haber incendiado siete veces el rancho a una pobre familia”. ¿Cuál era el complemento de este bandidaje? La respuesta la proporciona el mismo escrito: “…se sustraen los expedientes de los juzgados, saltean a los correos, violan la correspondencia, ponen en las administraciones o estafetas a personas interesadas en los asuntos, y de un modo o de otro, consiguen lo que quieren. Se repite esto millares de veces, se hacen procesos de apariencias, después queda todo encubierto.

El Memorial de 1894 fue firmado por los Apo Ülmen Juan de Dios Caniupan (San Pablo), Gregorio Trunci (Quilacahuin), José Antonio Cofian (Remehue), y Juan Antonio Nailef (Rahue). Resulta curioso que, transcurrido más de un siglo desde la entrega de aquel memorial, algunos fragmentos concuerdan con la realidad actual de muchas comunidades Mapuche.

Según Lenz, Quintuprai “acompañaba a algunos caciques de Llanquihue como intérprete de sus reclamos ante las autoridades chilenas”. Sin duda la tradición familiar de los Quintuprai se mantuvo con el peñi Domingo, dado que ejercía la misma función de srüpalsüngufü (lenguaraz) que su abuelo Juan José Quintuprai ejerció en la época de la independencia del pueblo chileno.

Poco es lo que el autor de estas líneas ha podido averiguar de la vida de Domingo Quintuprai y sus descendientes. La mayor parte de los datos se deducen de los trabajos de Rodolfo Lenz, por lo que el lector o lectora de estas líneas deberá remitirse al libro “Estudios Araucanos, 1895 – 1897” para conocer como era el viaje que hacían nuestros hermanos hacia el waisüf mapu para comerciar, además de utilizar dichos relatos como una forma de aprender costumbres perdidas y rescatar parte nuestra moribunda variante de la Lengua Mapuche.

Ahora, después de un largo rodeo, iremos al punto que me llevó a escribir este texto. Como mencionábamos al principio, para la sociedad chilena los Mapunche sólo existimos en los libros de historia, no somos parte del presente. Se nos ha pretendido ocultar y desligar del pasado heroico que nos mantiene en esta tierra para pasar a ser "descendientes" de las naciones preexistentes a la invasión extranjera o los "indígenas de Chile".

Resulta confuso de entender la idea de un país "multicultural", democrático e inclusivo, en donde se supone que los "pueblos indígenas" son respetados y escuchados, cuando todavía vemos que la mayoría de los chilenos tienen una concepción de que los "indios" y los "araucanos" fueron grupos humanos incivilizados que vivieron alguna vez en el territorio hoy ocupado por ellos, y que los "descendientes de los indios" son tratados folklóricamente o son perseguidos política y judicialmente por considerárseles terroristas al reivindicar derechos "inventados por los comunistas".

Está bien... Acepto que la mayor parte del tiempo hablamos en español, predicamos religiones extranjeras, aceptamos sin reclamar la política, la economía y la forma de vida civilizada que tan amablemente nos han traído, y que nos acordamos que somos Mapuche cuando hay algún proyectito o beneficio del estado (hasta le bailamos y le cantamos). Pero en el fondo, y espero que no tan al fondo, somos los mismos que un día le perdieron el miedo a las bestias que montaban los winka y que se apropiaron de las armas del enemigo para contener a la potencia más grande de ese tiempo.

¡Imagínense! ¡Unos indiecitos de metro cincuenta sin más que lanzas, arcos, flechas y caballos fueron capaces de hacer retroceder a un ejército provisto de armaduras, espadas, arcabuces y cañones!

Somos quienes decidimos sacar a los invasores, destruyendo Osorno en 1604.

Somos quienes firmaron el Tratado de Paz en 1793, documento que delimita el territorio que es nuestro.

Somos quienes fueron quemados vivos o murieron congelados en Remehue.

Somos quienes prefirieron dar sus vidas antes que ser desalojados de sus y nuestras tierras en Forrahue.

Somos quienes un día de 1982 se reunieron para trabajar y recuperar nuestra organización ancestral y nuestra lengua en base a la autonomía y la autogestión, aún cuando sufrían la opresión de una dictadura... ¡Increíble! ¡Ser Mapuche es motivo de orgullo! ¡Y no se necesita financiamiento!

Somos quienes en 1996 hicieron un Ngillatun en el Fundo Huitrapulli para decir "¡Esta es tierra Mapuche!"

Somos quienes recibimos una bala por la espalda de parte de carabineros de Chile.

...lo único que espero, es que no seamos quienes celebren el "Bicentenario".

Afi ta fachi süngu, mañumtueimi tañi chilkatufü anai!!!


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